Sobremesa
Acritudes, tristezas, desengaños,
sombras y tempestades y aquilones,
a modo de macabras procesiones
han cruzado la escena de mis años.
Y, por qué no decirlo, algunas veces,
risueña, dulce alborotada y loca,
cruzó la dicha y me brindó su copa
de voluptuosidades y embriagueces.
En todas las fontanas del camino
abrevé cual lo hiciera un peregrino
fatigado, sediento y moribundo.
Y hoy, sin que nada a mi sentido asombre,
escéptico infeliz, voy por el mundo
como una pena convertida en hombre.
Francisco Restrepo Gómez
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