Abandonado
Mis predios están mustios; la plácidas ovejas
emblema de mis cariños, están en la orfandad,
y solamente el eco de sus amargas quejas
se escucha... como un triste gemido de ansiedad.
Las aves ya no vienen a mis vetustas rejas
a ungir con sus canciones mi estéril soledad,
el huerto no florece, no zumban las abejas
y el cielo está cargado de sombra y tempestad.
Y cuando la zagala desamparó mis lares,
llegaron a mis yermos innúmeros pesares
y huyó, como una cierva, mi diáfana ilusión.
También tras la pastora se fue, nervioso y grave,
como si fuera un canto, como si fuera un ave,
como un fiel Terranova... se fue mi corazón.
Francisco Restrepo Gómez
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