Caballero andante
Yo también, estrambótico y risueño,
una mañana abandoné mi aldea,
y montado en la jaca del ensueño
me lancé, sin temor, a la pelea.
Ataqué con indómita pujanza
al atrevido y al audaz y al fuerte,
pero a la postre se rompió la lanza
contra el molino de la adversa suerte.
A mansalva me hirieron los villanos,
fueron todos mis impulsos vanos
para poder triunfar en la pelea.
Y por eso con pasos de vencido
he vuelto, taciturno y malherido,
al rincón miserable de mi aldea.
Francisco Restrepo Gómez
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