Thursday, January 29, 2015

Novilunio



Novilunio

Vuelve la luna; su llanto
sobre la sombra deslíe;
la luna tiene el quebranto
de algún fatal desencanto,
y, sin embargo, sonríe...

Vuelve la luna; de argento
se tiñen bosques y colinas,
y cuchichea en el viento
el amoroso concierto
de las auras campesinas.

En el antiguo poblado
hay muchas almas que inquietas
sollozan por el pasado,
y arriba el cielo estrellado
es un jardín de violetas.



Francisco Restrepo Gómez

Thursday, January 22, 2015

María Inés



María Inés


María Inés, dulce niña:
Ligera, suave y armoniosa que hoy dejarás aquel
risueño valle y dejarás la fuente cantarina.

María Inés, dulce niña:
Blanca y lozana como el lirio como el agua del río
cristalina, como la brisa suave y cadenciosa.

Vas al templo este día porque el amor vino a tu
corazón. Ante el altar tu espíritu de hinojos se
elevará feliz hace el creador y escucharás como los
ángeles llenos de unción, harán vibrar las arpas
celestiales y cantarán con dulce voz.

Llevas para esta fiesta de tu vida la hermosura de tu
alma, engalanada de todas las virtudes.  Y a
semejanza de los tules que cubren tu cabeza, eres
diáfana y leve.

María Inés, dulce niña:
Que la vida te ofrezca la armonía que guarda y tus
ojos serenos con apacible calma, todo lo vean
siempre del color de las rosas.

Que el Señor te bendiga y te llene de gracias y que
todos los días, con el Príncipe Azul, seas feliz,
¡muy feliz!


Francisco Restrepo Gómez

Thursday, January 15, 2015

Amor muerto



Amor muerto

¡Ay Dios mío! yo tenía
un amor y en ese amor
creía mi alma, creía
con la fe del leñador.

Era un cariño, cariño
que anudaba en su embeleso
las suavidades de un beso
y la inocencia de un niño.

Yo lo arrullaba al vaivén
de mi sencilla canción,
pero lo arrullaba en
la cuna del corazón.

Ese amor fortalecía
mis pasos en el camino
y era para el alma mía
como un elixir divino.

¡Mas ay! qué acerbo dolor
ahora mi pecho siente:
sin saber cómo... ese amor
se murió de repente.


Francisco Restrepo Gómez

Wednesday, January 7, 2015

Ante el altar



Ante el altar

Bajo la insinuación de tus miradas
sobre la delincuencia de tu seno
evoqué muchas cosas olvidadas
y aprendí a ser bueno.

Ante la Eucaristía de tus manos
y la frondosidad de tus cabellos
huyeron mis dolores sobrehumanos
como alados camellos.

Con el pecado rojo de tus labios
y con el mandamiento de tus ojos
fenecieron, en parte mis agravios
y mis muertes, mis enojos.

Toda tú eres un crimen de belleza
y un altar de atracciones.
Tienes un incensario: mi cabeza
y unos álidos cirios: mis canciones.



Francisco Restrepo Gómez