Medallón
Adorable princesa
del cabello castaño;
yo, pecador
rebelder, caprichoso y sensual,
vengo a ti, con
mis recias pesadumbres de antaño
para que tú me
alientes, compasiva y jovial.
De mis
desolaciones en el mustio rebaño
vierte princesa,
el agua de tu voz fraternal;
y lava las heridas
que me abrió el desengaño,
con esa tu
blancura de cordero pascual.
Yo soy un
extraviado viajero que quisiera
fundirse entre tu
sangre, de la misma manera
como el hierro,
señora, se funde en el crisol.
Bendita tú por
bella, y por noble, y por santa,
y porque en mi
camino tu lumbre se levanta
cual si sobre la
noche se levantara el sol.
Francisco Restrepo
Gómez
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