Wednesday, October 15, 2014

El árbol caído



El árbol caído


Dame la mano, hermano, buen hermano que pasas
con pasos vigorosos y con mirar risueño;
estoy débil y enfermo, mis fuerzas son escasas,
alíviame un instante de mi pesado leño.

De acueste leño duro que sobre el alma cargo señor,
de acueste leño que me ofrendó la suerte;
yo vengo de las tristes riveras de lo Amargo;
y voy hacia las nobles murallas de la muerte.

Yo soy un árbol viejo, sin aves ni verdores,
un árbol por el soplo del vendaval caído
en mi no hay armonías, ni céfiros, ni flores
y guardo la suprema nostalgia del vencido.

Por eso a ti levanto mi moribundo ruego
a ti que ufano y fuerte por el sendero cruzas;
derrama en mis cenizas un átomo de fuego
y arranca de mis sombras las clámides difusas.

Se misericordioso, comparte mis tristezas,
tú llevas pan y rosas en tus alforjas de oro;
yo llevo solamente puñados de asperezas
y desde mis desgracias tu compasión imploro.

Se bueno, tenme lástima; de tu copa de vino
unas gotas escancia sobre mi labio yerto;
¿no ves en mis fatigas que soy un peregrino?
¿no ves en mis sandalias el polvo del camino?

Levántate y ayúdame; de tu fornido brazo
concédeme el apoyo; mi corazón te clama;
mitiga bondadoso la sed en que me abrazo
y sobre mis torturas tus frescores derrama.

Detente, buen hermano, desde la ingrata orilla
de mi arenal, demando tu protector tributo
si arrojas en mi alma benéfica semilla,
tal vez mañana mismo recogerás el fruto.



Francisco Restrepo Gómez

No comments:

Post a Comment