De carne y hueso
Pasas divinamente
voluptuosa,
y siento en mí,
cuando pasar te veo,
la inquietante
punzada del deseo
lleno de tentación
pecaminosa.
La núbil comba de
tu talle asedia
mis pasiones,
momento por momento,
y en los calados
de tu fina media
se acurruca mi
frágil pensamiento.
Yo quisiera no
verte, lo confieso,
pero soy mortal de
carne y hueso,
y por lo mismo un
pobre pecador.
Yo no tengo la
culpa, mi señora,
sino la tiene un
sátiro que mora
en lo profundo de
mi corazón.
Francisco Restrepo
Gómez
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