En el suburbio
Entre las alegrías de la cena,
el arrullo de un vals y mientras todos
los amigos hallábanse beodos,
ella, llorando, me confió su pena.
Tuvo un amor; el hombre a quien quería
y en quien buscara la infeliz apoyo,
cobardemente la engañó, y un día
aquel infame la tiró al arroyo.
Acabó de contarme su agonía,
y a través de una lágrima que había
de mis ojos caído hasta su seno,
vi de su corazón en las llanuras,
entre un montón de ruinas y de cieno
una como cascada de blancuras.
Francisco Restrepo Gómez
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