Por esos mundos
Corazón: de la vida en los caminos
los huestes del dolor te han asediado,
aunque tú solamente has derramado
versos y amor para los peregrinos.
Corazón, sobre viseras obligado
a padecer del mal del sentimiento;
óyeme, corazón, mi pensamiento
será siempre un esclavo en la jornada.
El cansancio de todo cuanto existe
te formó tan escéptico y tan triste
que ya nada alimenta mis ambiciones.
Todos los malhechores del sendero
cobardemente te han herido, pero
tú sabes perdonar... y los perdonas.
Francisco Restrepo Gómez
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