Tuesday, June 18, 2013

Ingratitud




INGRATITUD



Complicaciones arduas del corazón humano,
misterios insondables de la naturaleza, la
vida es un problema, la vida es un arcano y
por el mundo agitan su
vuelo soberano dos aves de
rapiña: la muerte y la tristeza.


Olvidos, desengaños, desilusiones crueles,
incompasivas almas de emponzoñado seno, por todas
partes luchas, por todas partes hieres, y en cuyo
fondo guardan acíbar y veneno
.

Yo todo lo perdono con voluntad de acero; apuro
hasta las heces mi vaso de acritud; más perdonar no
puede mi corazón sincero a un monstruo abominable,
aterrador y fiero que habita entre los hombres,

llamado ingratitud.

Perdono al envidioso y al que con lengua insana
reputaciones hiere, virtudes y honras trunca; perdono
en sus mil formas a la perfidia humana, perdono al
que se vende como una cortesana, perdono al
asesino, pero al ingrato ¡nunca!


Porque el ingrato encierra del crimen la simiente
y todas las negruras entre su corazón y en sus

entrañas lleva veneno de serpiente y ataca por la
espalda, pero jamás de frente: recibe un bien y a
cambio devuelve una traición.

La ingratitud es sombra, la ingratitud sin duda es
es el mayor pecado de todos los pecados; es de todas las
armas el arma más aguda, es una vieja escuálida de
faz torva y ceñuda que tiene por vivienda los pechos
depravados.

 Ayer en un recodo del áspero camino que cruzo
yo en mi senda con gran resignación halle tendido y
débil a un pobre peregrino; solícito y amante le di a
beber mi vino, le di mi franca mano, después
mi corazón
 Con ardoroso empeño calme su sed ardiente cubrí
sus desnudeces de mísero gitano, ungí todas sus
llagas y cariñosamente seque con mi pañuelo su
sudorosa frente como si se tratara de mi mejor
hermano.
Más tarde los caprichos de la voluble suerte
llenaron mi camino de zarzas y dolor; quedé sobre la
senda desnudo, mustio, inerte, como si las caricias
de un hálito de muerte sobre mi sien posaran su
gélido sopor.

También fui peregrino; fatigas y asperezas como
voraces cuervos llegaron a mi ser; cubriose mi
existencia de incógnitas tristezas y solamente nubes,
abrojos y malezas mis enturbiados ojos hallaron por
doquier.

 Y tuve sed y frío, pero ninguna mano me dio a
beber su copa, ninguna mano amiga cubrió mis
desnudeces de mísero gitano, ninguna quiso entonces
sacarme del pantano y hacer menos pesada la cruz de
mi fatiga.

 Y aquel a que un día mi mano compasiva cubrió
de beneficios, sirviole de sostén, paso por mi sendero
con actitud altiva. Cubierto de riquezas y de oropeles
iba y al verme hizo una mueca de orgullo y
de desdén.

 Siguió tranquilo y firme sin recordar acaso que
alguna vez estuvo con hambre y sin abrigo, sin
recordar que un día fui sol para su ocaso, para sus
labios fuente, para su sien regazo y para sus tristezas
cordial y franco amigo.

 Por eso resignado, humilde y sin encono, apuro
hasta las heces mi vaso de acritud, en brazos del
destino sereno me abandono, perdono todo, todo,
pero jamás perdono al rey de los delitos, al monstruo
ingratitud.
Francisco Restrepo Gómez

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