Monday, August 1, 2016

Bajo las ramas IV




Bajo las ramas
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Los ámbitos del boscaje se poblaron de ecos a medida
que los hombres taladraban el tronco, y en la apacible
pomposidad del paraje, aquellos ecos sordos eran
como una agoniosa lamentación de la Naturaleza,
con divino miserere por la hermosa pareja que
calentaba a sus polluelos implumes en la fronda del
roble que moría.

Cobarde y temeroso, a las primeras sacudidas del
árbol, el ruiseñor las alas y con la rapidez de
una flecha disparada hendió los aires y se internó en
el corazón de la selva. Y a la vez que el golpe de las
hachas hería la religiosa tranquilidad del espacio y
boscaje, el prófugo alado, cual si se sintiera
perseguido, duplicada la velocidad de su vuelo a
través de las tupidas marañas, olvidando a su
amorosa compañera.

Llegó al límite del bosque, y un instante,
amedrentado e inquieto, se detuvo en la copa de una
ceiba elevada; brincó un momento entre el obscuro
ramaje, desgranó una tonalidad quejumbrosa, y
luego, como poseído de inquebrantable resolución,
reanudó su fuga indolente y se perdió a lo lejos, en el
desmayo azul del horizonte.


Francisco Restrepo Gómez

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