Viaje de ensueño
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Habla paso... ¿Me quieres? ¿Es cierto?
Me responden que sí tus sonrisas
y a la vez tus ojazos azules
presagian mentira.
Pero escucha... no hablemos. ¿Te place?
y dejemos que tu alma y la mía
calladas emprendan un viaje de novios
al país del ensueño y la dicha.
Siéntate a mi lado...
Cuando estoy junto a ti, princesita
mi alma permanece
siempre de rodillas.
No me mires con malas miradas;
sé tú la enfermera de mis agonías;
dame pan, dame un poco de vino;
¿quieres que te diga
lo que yo ambiciono?
Aspirar el licor de la vida,
apurarlo en las copas azules
de tus milagrosas y nobles pupilas.
Y calmar —peregrino que llega con honda fatiga—
la sed de mis labios
en la fuentecilla
saludable y jovial de tu boca.
Sé caritativa:
dame luz, dame pan, dame vino.
Voy a oscuras y solo en el mundo
llevando una carga de melancolías
me detengo un instante en tu alcázar
y le acorde a mi lira
para ti solamente, princesita.
Francisco Restrepo Gómez
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