Por eso
estoy triste
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En aquel
entonces, bajo mi cabeza
ningún
pensamiento maligno animaba;
todo lo
veía de color de rosa
y
marchaba lleno de fe y esperanza.
Yo
estaba muy niño... Me encontré con ella
y como
si fuesen dos negras espadas sus ojos
rasgaron
sin misericordia las fibras de mi alma.
Fueron
para ella mis ingenuidades,
parte de
mi vida su vida formaba
y a
solas me dije multitud de veces;
—Si es
verdad que hay cielo, no puede
ser otro
sin sus caricias, su amor,
sus
miradas.
Yo
estaba muy niño... sobre mi sendero
los años
han puesto su borrosa pátina.
Yo
estaba muy niño y entonces creía
con
furor y a ciegas en los juramentos,
sin
pensar que fuesen tan solo palabras.
Fingió
amarme mucho. Con su amor la vida
parecióme
ungida de azucenas blancas.
Qué
bello es mundo cuando se contempla bajo el
engañoso
prisma de la infancia.
Francisco
Restrepo Gómez
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