Auto
semblanzas
II
Aborrezco a los hombres y con gusto quisiera
habitar un lejano y apacible rincón,
donde nunca, ni en sueños, mi pupila viera,
donde nunca llegara su execrable traición.
Porque el hombre sin duda tiene instintos de
fiera,
y de infamia está lleno su voraz corazón;
yo mil veces fui objeto de su saña rastrera
y por el vivo lleno de glacial decepción.
Amo a Dios sobre todas las humanas criaturas,
compadezco y me apropio las lejanas torturas,
y materia dispuesta para el bien siempre soy.
Muchos vasos de acíbar apuré hasta las heces
y me encuentro beodo, tan beodo, que a veces
no sé de dónde vengo ni para dónde voy.
Francisco Restrepo Gómez
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