El retorno
Vuelvo, pálida novia, que solías
mi regreso esperar tan de mañana,
con la misma canción que preferías,
y la misma ternura de otros días,
y el mismo amor de siempre, a tu ventana.
Y elijo para verte, en delicada
complicidad con la Naturaleza,
una tarde como ésta, desmayada
en un lecho de lilas, e impregnada
de cierta aristocrática tristeza.
Vuelvo a ti con los dedos enlazados
en actitud de súplica y anhelo,
como siempre, y mis labrios no cansados
de alabarte, y mis ojos ya obstinados
en ver los tuyos al través del cielo.
Recíbeme tranquila, sin encono,
mostrando el dejo suave de una hermana;
murmura un apacible "te perdono"
y déjame dormir, con abandono,
en tu noble regazo, hasta mañana.
Francisco Restrepo
Gómez
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