Voz fúnebre
En este humano y revoltoso aprisco
yo soy una partícula de cieno,
y por todas las cosas vivo lleno
del amor, como el seráfico Francisco.
Mi plantas, de aspereza en aspereza
van, y de ventisquero en ventisquero,
y me muero, Señor, porque me muero,
como dijo una vez Santa Teresa.
Una infinita dualidad aqueja
mi corazón: lo mismo que la abeja
está lleno de miel y de ponzoña.
Y así voy, taciturno y peregrino,
llorando las tristezas del camino
en la fúnebre voz de mi ponzoña.
Francisco Restrepo Gómez
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