Calvario
En desorden el cabello, la mirada suplicante,
con los pies despedazados por las guijas del
camino
y escoltado por un pueblo miserable y asesino
que le grita y que le azota con furor
desesperante;
Va Jesús, el Nazareno, moribundo, agonizante,
a entregarse resignado al tormento Longino,
y a la luz amarillenta del lucero vespertino,
una calma indefinida se revela en su semblante.
Se perdió por los espacios el gemido postrimero
de aquel hombre luminoso, de aquel pálido viajero,
inmolado por la turba sanguinaria de judíos;
Se cubrieron de tristeza los lejanos horizontes
y temblaron las montañas y las rocas y los montes,
¡y gimieron las palomas y las fuentes y los ríos!
Francisco Restrepo Gómez
Nota: Poesía de Francisco Restrepo Gómez tomada
del número 17 de la revista "La Gruta", correspondiente al día sábado
28 de noviembre de 1903, dirigida por R. Espinoza Guzmán y F. Rivas Andrade