Wednesday, October 28, 2015

Viaje de ensueño II



Viaje de ensueño
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Oye princesita;
no tiembles, no temas
que te juegue una mala partida.
¿Ya cerraste? Muy bien, pues ahora
siéntate a mi lado, pon sobre mi pecho
tus dos manecitas
-que se me figuran como dos perdones-
y el cadáver que llevo en el pecho
desde hace muchos días,
de tu voz al conjuro magnético y blando volverá
nuevamente a la vida,
tal como una tarde el hermano de Marta y María,
a la voz de "Levántate y anda"
despertó... ¿no recuerdas la Biblia?

Siéntate a mi lado
y te cuento el cuento de Caperucita
y aquel cuento dulce de Blanca Nieves
y aquel otro cuento del Hada Madrina.
Yo no sé lo que siento esta noche,
no lo sé, princesita,
pero es algo tan raro y tan suave
como un soplo de amor y caricias,
y un desbordamiento de notas alegres
y un vago perfume de melancolías.

Es que por doquiera derramas
no sé qué sugestiones divinas
y por eso, al mirarme a tu lado,
me siento con alma de artista.


Francisco Restrepo Gómez

Wednesday, October 21, 2015

Viaje de ensueño I





Viaje de ensueño
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Princesita mía:
Cierra la ventana
porque tengo celos hasta de las brisas
y no quiero que nadie nos oiga
¡ni nadie nos mire!... ¡Oh! delicia,
la delicia de estar a tu lado
bebiendo en tus ojos la vida,
dejando en tus labios el alma.

Cierra princesita
quiero estar contigo a solas contigo; no pienses
que un instinto cobarde me anima
de tus débiles fuerzas de niña.

Cierra la ventana...
¿no escuches acaso
como afuera los vientos suspiran
y ladran los perros
y en los bulevares la gente se agita?

Esas notas enferman,
esos ecos fastidian,
y tener el valor de escucharlos
es manchar el azul del Ensueño
con vulgares borrones de tinta.
¿No es verdad, mi señora?


Francisco Restrepo Gómez

Wednesday, October 7, 2015

Sensiblerías II





Sensiblerías
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Tengo ganas de llorar
pero ¡ay Dios!, que suerte fiera
ya no puedo derramar,
una lágrima siquiera.

A fuerza de desengaños
y de un luchar inclemente
hace muchos, muchos años
que se me secó la fuente.

Y por eso, ¿a qué insistir?
Mejor será en verdad,
a carcajadas reír...
reír de la humanidad.

Sin embargo... ¡qué ironía!
no puedo reír... no puedo.
Y no sé si tenga miedo,
valor... o melancolía.

¡Oh Dios! y tanto vivir
y tanto peregrinar;
¡ay! quién supiera reír
¡ay! quién pudiera llorar.


Francisco Restrepo Gómez