Sensiblerías
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Tengo ganas de llorar,
pero llorar a raudales
para poder desahogar
el acervo de mis males.
Llorar mucho... llorar tanto,
hasta extinguir mis antojos
y que al calor de mi llanto,
se me secaran los ojos.
Llorar, llorar sin medida,
con fervor, sin descansar
y que de puro llorar
se me acabara la vida.
Que mi cuerpo no se hundiera
de la tumba en el crisol
sino que se disolviera
en un rayito de sol.
Y así por siempre alumbrar,
con lástima soberana,
el penumbroso rodar
de la catástrofe humana.
Francisco Restrepo Gómez