Wednesday, November 27, 2013

Mi devocionario



Mi devocionario


Tengo un devocionario de tristezas
en cuyas blancas hojas escondido,
como yerto puñado de pavesas
guardo el mustio nenúfar del olvido.

Pero también, en ese libro cuerdo
que contiene los ritos de mi culto,
como amuleto inapreciable oculto
los vívidos miosotis del Recuerdo.

En mis horas de luto y agonía,
cuando la melancólica alma mía
se retuerce en su cárcel de asperezas,

me recojo a la sombra del Ensueño
para rezar con fervoroso empeño
en mi devocionario de tristezas


Francisco Restrepo Gómez

Wednesday, November 20, 2013

Limosna ideal




Limosna ideal



Ilumina mis pasos en mi senda
¡por la misericordia de tus ojos!
tengo el alma entre sombras y entre abrojos
y no sé dónde colocar mi tienda.

Calma la pequeñez de mis antojos
se mi ángel tutelar en la contienda,
dame a beber como preciosa ofrenda
el vino excelso de tus labios rojos.

Oye: mi corazón es un mendigo
que llega taciturno y sin abrigo,
a pedirte merced para sus males.

Si tienes bondad...no me abandones,
que yo te pagaré con mis canciones,
¡la limosna de amor que me regalas!



Francisco Restrepo Gómez

Wednesday, November 13, 2013

El dilema



El dilema


Señor: Tú sabes que mi vida es suya,
suya, muy suya... hasta morir por ella,
aun cuando siempre a mis reclamos huya
leve y fugaz cual voladora estrella.

Señor: no dejes que la ingrata aquella
más tiempo aún mi corazón destruya;
haz ya que cese mi mortal querella
y que mi cáliz de dolor concluya.

Mas... si no puedo entre mis brazos verla
ni contra el corazón aprisionarla,
si el cielo para mí no quiso hacerla.

Si a mi suerte, Señor, no has de enlazarla:
Tú que me diste amor para quererla
dame olvido también para olvidarla.


Francisco Restrepo Gómez

Wednesday, November 6, 2013

De Profundis



De Profundis


El alma mía ha muerto; lentamente
se extinguió cual se extingue una bujía;
tranquilamente y resignadamente
murió del mal de la Melancolía.

Y ese mal, tan común en la existencia,
más grave y complicado que la tisis,
no da la tregua jamás, ni tiene crisis,
ni lo ha podido combatir la ciencia.

Con devota piedad, hondo, muy hondo,
del corazón en el doliente fondo,
llevo el cadáver de la muerte mía.

Lo perfuma una flor; mi sentimiento,
y amoroso lo alumbra noche y día
el pobre cirio de mi pensamiento.


Francisco Restrepo Gómez