De la Arcadia mía
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Tienen
la noble aristocracia de las palmeras de
circasia
y de los lirios de Israel y el regio porte de las
Diosas
que hay en las teclas milagrosas de Vinci,
Goya
y Rafael.
Pero
entre todas las mujeres de aquel país de mis
quereres
y mi nostálgica aflicción hay una sola que
supera
por gallarda y hechicera la más sutil
ponderación
Sus
labios matan y enloquecen divinos labios que
parecen
un leve y rojo cascabel labios sabrosos y
graciosos,
labios tan dulces y jugosos como las uvas
Moscatel.
Sus ojos
plenos de armonía son como dos
Melancolías
o como dos chorros de luz; ojos de
Amor,
ojos serenos, ojos vibrantes, ojos buenos como
los ojos
de Jesús.
Sus
manos son dos relicarios que como níveos
incensarios
vierten fragancias de oración; manos que
son una
delicia, manos de mimo y de caricia, manos
de
flor y de perdón.
Francisco Restrepo Gómez