Balbuceos III
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Qué triste y lóbrega la
vida
sin el perfume del amor;
como se siente la partida
de la mujer que se adoró.
Tener el alma siempre
herida,
vivir pendiente del dolor,
¡y si el cerebro dice “olvida”!
¡el corazón responde “no”!
Llora sin tregua pero a
solas,
y reír mucho ante las olas
del común vulgaridad.
Tal es el secreto de vivir,
Porque y yo creo que sufrir
Es la mayor felicidad.
Francisco Restrepo Gómez