Bajo las ramas
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Eligieron el árbol más oculto del bosque para fabricar
su vivienda amorosa. Un roble copudo y gigantesco,
escondido en un paraje virgen de las plantas
humanas; fue el predilecto a la consagración de aquel
idilio salvaje.
Era una pareja ruiseñores que, amante y jubilosa,
llegaba a consolidar su amor en la fronda amiga del
árbol centenario. Nacieron los dos en diferentes
nidos de un huerto tropical, bajo la majestuosa
serenidad de una noche estrellada y al mediar de un
estío largo y lujuriante.
Cuando pudieron volar,
presurosos e ingratos
abandonaron los nidales
paternos, y de rama en
rama, de jardín en jardín,
buscaban con parlera
alegría el cotidiano
sustento.
Francisco Restrepo Gómez