Autosemblanzas
I
Taciturno el semblante, como el de un peregrino,
con el pie fatigado, como el de un viajador,
siempre falto de aliento, siempre falto de vino,
pero siempre repleto de tristeza y amor.
Sometido a las leyes de implacable destino,
el espíritu en sombras y perdido el valor,
caminando sin tregua por el mismo camino
con un arpa en el hombro y en el pecho un dolor,
hace mucho que cruzo por un largo sendero
donde crece la ortiga; soy un pobre romero
que perdió en el camino la Esperanza y la Fe.
Y me paso las horas bajo el sol del Hastío
suspirando en silencio, cabizbajo y sombrío,
por un tiempo que ha tiempos para siempre se
fue...
Francisco Restrepo Gómez